Sentí una gran transformación, aprendí a leer y mi soledad encontró compañía, el silencio se pobló de voces y el vacío se llenó de fantasías. En los libros encontré lo que necesitaba, ahora es mío el mundo y hasta una porción de la eternidad. Poseo dragones y dioses y lunas. Me he imaginado a mí misma en grandes romances y en arrebatos místicos, en la entrega revolucionaria y en el fuego de la poesía. Me imaginé el placer y no sólo viví todas las pasiones sino también la diversidad de sus matices.
He podido vivir de todo, he podido andar y desandar el tiempo al derecho y al revés, subir y bajar por los paisajes y las islas, conocer a los humanos con sus secretos, sus palabras, sus miedos...
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