"Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitada, inquieta; ¡descubriré el precio de la felicidad!. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazón…Los ritos son necesarios".

24 de junio de 2012

Rompe la ola

Todo empieza en alta mar, cuando el viento sopla sobre el océano muy lejos de la costa. Un aire que se mueve rápido y constante, durante mucho tiempo, sobre una gran superficie de agua muy profunda. La fricción del viento con la superficie del mar produce ondas que se propagan por el espacio y el tiempo. Una vez puestas en marcha, las olas disipan su energía muy lentamente. De modo que, cuando el viento cesa, viajan durante días y días llegando a miles de kilómetros de distancia del lugar donde se crearon.

Al aproximarse a la costa, cuando se encuentra con fondos menos profundos, la ola rompe. Se hace más vertical, la base ya no puede sostener la cresta, y colapsa. Aquí la tipología es infinita. Depende del fondo. No romperá igual si éste es de arena, de roca o de coral; si es una pendiente empinada, una barra longitudinal, un enorme escalón. También influye el viento que haya en la costa. Lo perfecto: un aire leve que sople de tierra a mar, que levante, alise y ahueque la pared de la ola sin aplastarla.

Todas son distintas, aunque previsibles si uno llega a conocerlas.

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