"Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitada, inquieta; ¡descubriré el precio de la felicidad!. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazón…Los ritos son necesarios".

28 de abril de 2012

Veo en tus ojos que no usas ningún disfraz.

¿Te encontraré? ¿Alguna vez volveré a llorar con la cara escondida en las rodillas?

¿Alguna vez volveremos a los aeropuertos sin salas de espera de donde salíamos como pájaros prendidos del tiempo y de la última mirada?

¿Volveré a dejarte solo la última noche del año, saliendo detrás del portazo con mis libros, o viajaremos cómplices en el secreto, amándonos y odiándonos, sentados en una terraza bajo los fuegos artificiales?

¿Te veré acaso cuando otra vez regrese de alguna parte, llorando el amor mojado de la desesperación?

Te encontraré, en un día sin citas, sin premeditación, entre los corteses de tu calle o la mía, con esta misma nostalgia prendida en la punta de los dedos, doliéndome las ganas de romper el hechizo que nos hicimos, el tiempo que reconstruimos -no vernos para sabernos lejos- mientras el ojo que no engaña te refleja en todas las vidrieras de la vida, en los charcos, las bujías, el cansancio, en las noches que paso con tu fantasma a cuestas, ese que me ama como un loco suelto en medía Revolución, para siempre jamás, para siempre, para siempre.

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