"Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitada, inquieta; ¡descubriré el precio de la felicidad!. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazón…Los ritos son necesarios".
14 de marzo de 2010
Buscando mi genio interior
Así Aladino aprendió que los deseos por mas inalcanzables o descabellados que parezcan hay que animarse a intentarlos, arriesgarse a la aventura de dar el primer paso. Y una vez que damos ese primer paso, y aunque la lucha resulte despareja, siempre hay que seguir adelante. No hay que rendirse, como Aladino, cuyo sueño de casarse con la princesa y ser príncipe era un sueño imposible, sin embargo, cuando la llevó a ver el mágico mundo en su alfombra mágica, supo que había hecho bien en dejarse guiar por sus deseos. Porque los deseos muchas veces son buenos guías, nos muestran el lugar hacia donde partir. Como así también, a veces los deseos nos muestran el lugar al que hay que volver. Y como Aladino, cuando volvió al palacio, aprendió que a veces el secreto no es vivir deseando lo que no se tiene, sino querer lo que se tiene. Y una cosa hay que aprender: nuestros deseos no siempre van a cumplirse ya, aquí y ahora. Es parte de la vida aceptar que nuestros deseos no siempre son órdenes para un genio bueno. A veces otros deseos ajenos son los que ordenan nuestra vida, pero lo que nos enseña la historia de Aladino es que el genio que si puede escucharnos siempre no está en ninguna lámpara maravillosa, sino dentro de nosotros mismos. Dentro nuestro hay un genio poderoso que puede cumplir nuestros sueños. Ese genio espera nuestras órdenes y quiere cumplir nuestros deseos
El cielo azul
-¡La felicidad no existe!
-Sí existe. Sólo has de saber enfocarla con la luz adecuada para así poder verla.
-Que no, que no existe. Todo eso no son más que majaderías, cuentos de vieja para niños e incrédulos, fábulas…
-Es que, en realidad, la vida es como una fábula. Y en toda fábula hay dolor, pero también un sinfín de cosas buenas y, sobre todo, de ella: de la felicidad. De ese bien no material tan preciado y esquivo que siempre se esconde y por mucho que nos empecinemos en buscar jamás encontramos, ya que se trata de uno de esos regalos inesperados que llegan de pronto y que, realmente, sólo se materializa cuando podemos compartirlo con alguien más…
-Todo eso que dices no es más que palabrería barata. Al final siempre hay algo que echa a perder todo lo demás, que sale mal, que duele o que se termina.
-Claro, porque en realidad nada dura eternamente. Ni lo bueno ni lo malo. Si así fuera no sabríamos de contrarios. Todo se basa en momentos, en pequeños instantes. Y, en muchas ocasiones, son los momentos de dolor los que traen de la mano a los de la felicidad. Piénsalo.
-Luego, según tú, la felicidad puede medirse en tiempo.
-No, según tú (y si así lo crees oportuno) puede ser, pero su enorme subjetividad nos permite que cada cual la midamos como queramos, en base a lo que creamos y como mejor nos convenga…
-Incluso estoy empezando a pensar que puede ser que lleves algo de razón, pero, a mí, llevarte la contraria me hace feliz.
-Sí existe. Sólo has de saber enfocarla con la luz adecuada para así poder verla.
-Que no, que no existe. Todo eso no son más que majaderías, cuentos de vieja para niños e incrédulos, fábulas…
-Es que, en realidad, la vida es como una fábula. Y en toda fábula hay dolor, pero también un sinfín de cosas buenas y, sobre todo, de ella: de la felicidad. De ese bien no material tan preciado y esquivo que siempre se esconde y por mucho que nos empecinemos en buscar jamás encontramos, ya que se trata de uno de esos regalos inesperados que llegan de pronto y que, realmente, sólo se materializa cuando podemos compartirlo con alguien más…
-Todo eso que dices no es más que palabrería barata. Al final siempre hay algo que echa a perder todo lo demás, que sale mal, que duele o que se termina.
-Claro, porque en realidad nada dura eternamente. Ni lo bueno ni lo malo. Si así fuera no sabríamos de contrarios. Todo se basa en momentos, en pequeños instantes. Y, en muchas ocasiones, son los momentos de dolor los que traen de la mano a los de la felicidad. Piénsalo.
-Luego, según tú, la felicidad puede medirse en tiempo.
-No, según tú (y si así lo crees oportuno) puede ser, pero su enorme subjetividad nos permite que cada cual la midamos como queramos, en base a lo que creamos y como mejor nos convenga…
-Incluso estoy empezando a pensar que puede ser que lleves algo de razón, pero, a mí, llevarte la contraria me hace feliz.
Espero...
Espero que no llegue el día en que deje de hacer preguntas tontas, como dicen los demás…
Espero que no llegue el día en que deje de imaginar y de soñar, de creer que es posible…
Espero que no llegue el día en que deje de preguntar por qué…
Espero que no llegue el día en que ya no cuestione las razones de lo que es, solo porque así lo dicen los demás y por que parece ser…
Espero que no llegue el día en que ya no imagine diferentes realidades…
Espero no ser la única que espera…
Espero que no llegue el día en que deje de imaginar y de soñar, de creer que es posible…
Espero que no llegue el día en que deje de preguntar por qué…
Espero que no llegue el día en que ya no cuestione las razones de lo que es, solo porque así lo dicen los demás y por que parece ser…
Espero que no llegue el día en que ya no imagine diferentes realidades…
Espero no ser la única que espera…
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