Tras la repentina muerte de Ángel, el sol se va, lentamente, a iluminar otras historias, otras vidas y me voy quedando a oscuras;disimulada entre las primeras sombras de una incipiente noche parecida a la noche de mi vida.
Grito su nombre en esta agonizante tarde de domingo. Es que en estas tardes tan especiales, necesito de él para recomponer nuestra historia.
Ese trama que tejimos con los hilos de nuestras vidas y que las polillas del olvido quieren rasgar.
Necesito beberme de un sorbo el encanto y la dulzura de su recuerdo, preciso desesperadamente volver a embriagarme de su perfume y que su calor, aparte de mí este frío que me hiela el alma.
Aún quedaba tanto amor para darnos…. Y sólo queda sombras partidas, rostros borrosos, palabras muertas resonando en el vacío...
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