"Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitada, inquieta; ¡descubriré el precio de la felicidad!. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazón…Los ritos son necesarios".

27 de noviembre de 2009

Cuélate en mis sueños esta noche.

Y por sueños puedes interpretar sábanas. Unas sábanas en las que taparnos para que no veamos salir el sol: donde jugar durante horas a hacernos cosquillas con los labios; donde leer palabras escritas con sudor y saliva; donde escuchar la melodía que dictan nuestros corazones.

Cuélate en mi cama, valiente.

Y déjame mirar cómo te duermes entre mis piernas y mis brazos. Déjame contar cada uno de los latidos de tu pecho. Déjame sentir tu respiración contra mi cuello. Déjame besar cada poro de tu piel. Déjame acariciar cada milímetro de tu cuerpo.

Cuélate.

Atrévete.

Sorpréndeme.

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