"Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitada, inquieta; ¡descubriré el precio de la felicidad!. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazón…Los ritos son necesarios".
24 de noviembre de 2009
Castillos de arena
Estaba segura de que un buen día volvería, de que antes o después tendría que volver, porque no podía estar tan ciego, no podía haberse vuelto tan estúpido, ni tan soberbio, no tan cruel. Le esperaba, pero los días pasaban, pasaban los meses y las estaciones, y mi vida estaba suspendida de un hilo frágil, una certeza que se iba convirtiendo en un azar, un azar que empañaba los cielos y emborronaba mi mirada, los objetos, las siluetas, las paredes de cualquier lugar donde yo estuviera.
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